Porque las harinas refinadas son tan malas

Porque las harinas refinadas son tan malas

Las harinas blancas refinadas son un peligro para nuestra salud: te explicamos 5 razones por las que deberías sustituirlas por harinas integrales.

 

Que son las harinas integrales

Las harinas blancas refinadas son aquellas harinas de partícula más fina y de color blanco, debido a que básicamente se componen de almidón sin casi nada de fibra y por ello, son altamente digeribles y muy usadas en la pastelería. un riesgo para nuestra salud.

 

El término de harina refinada, hace alusión al producto originado tras el procesamiento industrial de un cereal que permite retirar al grano entero del mismo, casi todo su germen y la totalidad de su salvado.

 

 

A diferencia del cereal integral, las harinas refinadas y sus derivados son muy pobres en fibra, poseen menos proteínas, menos vitaminas y también menos minerales y antioxidantes.

 

En nuestro día a día no nos limitamos solo a consumir harinas blancas refinadas en el pan o pan de molde. Las pizzas, los pasteles y muchas de esas bollerías industriales que incluimos en nuestro desayuno son elementos que deberíamos empezar a restringir.

 

 

 

 

 

 

5 efectos en el organismo de las harinas blancas refinadas

Podríamos decir sin temor a equivocarnos, que las harinas blancas refinadas constituyen una pieza esencial en nuestra alimentación diaria, y algo que en ocasiones se nos escapa es que este alimento carece de valor nutricional.

 

 

  1. Aumento de peso

Las harinas blancas refinadas están formadas principalmente por hidratos de carbono que, cuando se ingieren, se convierten en glucosa. La glucosa, a su vez, eleva el glucógeno, molécula de la cual el cuerpo obtiene energía.

 

 

Ahora bien, el problema de las harinas blancas refinadas es que se digieren muy rápido. Es una energía muy breve que, además, hace que la insulina aumente y se mantenga en niveles muy elevados en decremento del glucagón.

 

El glucagón es una hormona peptídica que se produce en el páncreas. Su principal función es la de estimular la producción de glucosa en el hígado, aumentado así la glucosa en sangre

 

Si bien es cierto que no pasaría nada si nos limitáramos a consumir una pizza a la semana o un sándwich de pan blanco, el problema reside en que gran parte de nuestra dieta cotidiana contiene un alto porcentaje de harinas blancas refinadas.

 

 

  1. Los alimentos con harinas blancas refinadas carecen de nutrientes

Mientras que las harinas integrales conservan el pericarpio (la cascarilla del grano), el germen y el endospermo, a las harinas blancas se les retiran estos dos últimos componentes.

 

 

Por lo tanto, se destruyen sus nutrientes esenciales y se elimina la vitamina B, que es esencial en nuestra dieta. Además, eliminan la fibra, fundamental para la salud intestinal y para mejorar la absorción de los nutrientes.

 

  1. Las harinas blancas refinadas tienen “componentes ocultos”

Con las harinas blancas refinadas sucede lo mismo que con otros muchos alimentos industriales, y es que se les añaden componentes para potenciar el sabor y conservarlas.

 

Las harinas procesadas pasan, además, por sistema de refinamiento donde se les pone un colorante “blanco”. Las harinas blancas refinadas contienen los siguientes elementos:

 

Sal.

Soja.

Jarabe de maíz alto en fructosa.

Emulsionantes del sabor.

Conservantes.

Grasas trans (aceites emulsionadores).

 

  1. Riesgo de padecer alergias

El consumo intenso de harinas blancas refinadas, puede traer problemas digestivos y de intolerancia al gluten. Además, lo que se ha visto en muchos casos, es que aquellas personas que son grandes consumidoras de harinas blancas refinadas presentan una deficiencia de vitamina B.

 

Esta carencia puede conllevar desde alergias hasta problemas cardíacos o digestivos. Otro dato que debemos tener en cuenta es que para la elaboración de estas harinas se utiliza un tipo de enzima llamada amilasa, la cual es conocida por causar asma.

 

Es importante recordar también que, a la hora de cultivar el trigo, para conseguir grandes cosechas se recurre a determinados fungicidas. Con ello, acabamos ingiriendo una harina con una determinada carga tóxica que, de acumularse en exceso, puede traer consecuencias.

 

 

  1. Cansancio y fatiga

Si desayunas, por ejemplo, un bollo o un sándwich de pan blanco, vas a tener hambre al poco tiempo. Además, en poco más de media hora te sentirás cansado y falto de energías.

 

Es importante sustituir la harina blanca refinada por la integral ya que podremos obtener más nutrientes, regularemos el colesterol y, además, dispondremos de más energía.

 

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