Dormimos una terce parte de nuestra vida

Dormimos una terce parte de nuestra vida

Si tenemos en cuenta la esperanza de vida actual y que lo aconsejable es dormir unas 8 horas diarias, eso supondría, calculando a vuelapluma, que nos pasamos durmiendo de 20 a 25 años. Es decir, la tercera parte de nuestras vidas – aunque hay personas que necesitan dormir más y otras menos. En el caso de los dormilones, podría decirse que se pasan la mitad de sus vidas durmiendo.

De media, solemos dormir unos 23 años de nuestra vida. Si a eso sumásemos el tiempo de cada uno de nuestros sueños, se podría calcular que pasamos unos tres años de nuestra vida soñando. Claro que, soñar tiene una función biológica y psicológica importante. Eso es, por lo menos, lo que publicó la revista «Science et Vie», hace ahora diez años.

 

Dormimos una tercera parte de nuestra vida

La conclusión de este estudio es que el tiempo es tan relativo que puede hacerse elástico, encogiéndose o dilatándose con la edad, transcurriendo mucho más rápido para los adultos que para lo jóvenes. Y esa relatividad hace que, según las personas, se perciba de forma muy distinta períodos iguales de tiempo. En otras palabras, si para algunos dedicar 23 años de sus vidas al sueño es algo necesario para sentirse bien, otros lo perciben, en cambio, como un auténtico despilfarro.

 

 

Dormir es una necesidad fisiológica

Pero, dormir es importante. Todos los seres vivos con sistema nervioso necesitan dormir. Es una necesidad fisiológica que nos permite descansar. Lo que ocurre, es que no todos lo hacemos de la misma forma, ni necesitamos el mismo tiempo de descanso.

 

Mientras dormimos, nuestras células se oxigenan mejor, se activa nuestro sistema inmunológico y se liberan las hormonas del crecimiento. Dormir evita la fatiga. Si no se duerme lo suficiente, nos sentimos cansados y no aprovechamos el resto del día. Excepcionalmente, podemos estar un par de días durmiendo menos, pero a la larga nos pasaría factura.

 

Entre algunas de las de las funciones del sueño está la reposición y gestión de la energía del cuerpo, la regulación y la temperatura del cerebro, la reparación de los tejidos del cuerpo, y la memorización y consolidación de lo que aprendemos a diario.

Refuerza la memoria y el aprendizaje

Por la noche, nuestro cuerpo descansa, pero, en realidad, nuestro cerebro sigue casi tan activo como durante la vigilia (su actividad sólo se reduce en un 20%). El sueño es esencial para reforzar la memoria y el aprendizaje. Dormir después de haber aprendido algo nuevo permite fijar los resultados en el recuerdo. Este inusual estado de conciencia es, a menudo, una ventaja ya que nos ayuda a encontrar soluciones fuera de nuestros patrones normales de pensamiento.

 

Independientemente de la tendencia individual, todos los adolescentes tienden a vivir más de noche pero, con la edad, esta tendencia va disminuyendo. Lo que está más que demostrado es que la jornada laboral nocturna perjudica a la salud. En los países nórdicos donde hay menos horas de luz al día, aconsejan no hacer turnos de noche a las personas mayores de 35 años, ya que esto supone un enorme gasto para la Seguridad Social.

 

Y tú, ¿te has planteado alguna vez cuánto tiempo pasas delante del ordenador, cuánto tiempo pasas comiendo o cuánto tiempo pasas durmiendo? Si tiendes a ser «buho», recuerda que descansar y soñar tiene una función biológica y psicológica importante, que no puedes ni debes ignorar.

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