La obesidad es un factor de riesgo para la diabetes, así como una complicación de la propia enfermedad con graves consecuencias para los afectados. Según la Fundación para la Diabetes, el 85 por ciento de las personas con diabetes tipo 2 tienen exceso de peso, de manera que controlando el peso se podría reducir el número de diabéticos. En este contexto, el deporte adquiere especial protagonismo tanto para la prevención como para el control de la misma. “Los pacientes con diabetes deben encontrar actividades con las que disfruten para que así su vida sea más agradable y gratificante”, sugiere Katherine Tuttle, profesora de Nefrología en Universidad de Washington y participante de evento Best of ADA 2017 sobre diabetes celebrado el pasado junio en Madrid.
¿Cómo practicar deporte si tengo diabetes?
Tipos de ejercicios.
Tuttle aconseja actividades aeróbicas moderadas para mejorar la fuerza y el tono muscular como, por ejemplo, andar, jogging, montar en bicicleta y nadar. “Se recomienda un ejercicio moderado intenso durante al menos 150 minutos a la semana, no hay un límite máximo, pero sí se establecen mínimos en aquellos que tienen complicaciones como el pie diabético que, por sus características especiales, no deben realizar deportes que supongan sobrecargas o riesgos para su patología”, señala Luis Ávila Lachica, médico de Atención Primaria y vocal de la Sociedad Española de Diabetes (SED).
Frecuencia.
Lo ideal es tener una rutina diaria adaptada a la situación de cada uno. De no ser así, ambos especialistas consideran oportuno dedicar 30 minutos, entre tres o cinco días a la semana. “Nunca estar más de dos días seguidos sin hacer ejercicio”, apunta Ávila.
Regularidad.
Aparte de la constancia, el vocal de la SED subraya la importancia de hacer deporte a la misma hora y con la misma intensidad para controlar las ingestas previas y el consumo de glucosa durante el ejercicio, minimizando los riesgos de hipoglucemias. “Si la actividad es prolongada puede que necesiten suplementos alimenticios durante el mismo”, añade. En este punto, Tuttle indica que se debe medir la glucosa antes y después de empezar.
Alimentación.
Como es lógico, el control de la glucosa es un factor básico a la hora de practicar deporte en estos casos. “Los carbohidratos complejos son una buena elección antes y después de realizar una actividad física, así como llevar algún snack para prevenir o tratar la hipoglucemia”, explica la profesora de la Universidad de Washington. A su juicio, también conviene tomar frutas cítricas y plátanos porque contienen electrolitos que ayudan a mantener la función muscular. “Se aconseja la ingesta de hidratos de carbono antes de empezar si los niveles de glucosa en sangre capilar son menores de 100 mg/dl, aunque la cantidad variará en función de la sensibilidad individual de cada paciente”, matiza Ávila.
Bebidas.
“Lo realmente importante es asegurar una adecuada ingesta de líquidos y, si es posible, tomar los electrolitos que se pierden por el sudor. Para ello, las bebidas isotónicas son las más idóneas, pero teniendo en cuenta que muchas de ellas llevan azúcar, lo que puede ser bueno o no en función de los niveles de glucosa presentes,.
Ropa y calzado.
Tuttle aconseja elegir unas zapatillas con buenas suelas para proteger los pies y llevar ropa que no causase rozaduras o abrasión en la piel. Después de hacer deporte, insta a revisar los pies para localizar posibles rozaduras o ampollas.
¿Por qué practicar deporte si tengo diabetes?
Según la Fundación Española del Corazón (FEC), el ejercicio físico forma parte del tratamiento de la diabetes, así como tiene un papel importante en la prevención de la enfermedad y las comorbilidades asociadas. Además, la entidad señala los siguientes beneficios específicos para los diabéticos:
Aumenta la utilización de glucosa por el músculo.
Mejora la sensibilidad a la insulina.
Reduce las necesidades diarias de insulina o disminuye las dosis de antidiabéticos orales.
Controla el peso y evita la obesidad.
Mantiene la tensión arterial y los niveles de colesterol.
Evita la ansiedad, la depresión y el estrés.
Reduce la incidencia de enfermedades cardiovasculares.